Hace un tiempo decidí volver a algunos de los lugares donde he estado fotografiando los últimos quince años. El desafío consistía en intentar verlos “con nuevos ojos”. Con esto en mente, la idea era fotografiarlos de una manera distinta, de una forma en la cual los lugares dejasen de tener presencia en la imagen y, por tanto, trascender la visión más clásica para dar paso a una percepción del paisaje menos obvia, más abstracta. Abandonar la mera reproducción de un escenario natural y explorar las posibilidades de la propia representación paisajística. Así pues, una vez escogidos los lugares, los visité intentando captar dos imágenes en el mismo momento: una con la estética de años atrás y otra totalmente diferente. El objetivo era conseguir dos fotografías que no se pareciesen en nada intentando confrontar lo “real” con algo que en ese momento no estuviese delante de mis ojos, cuestionando los límites de la visión más clásica de la fotografía de paisaje. Así, cada díptico muestra dos imágenes hechas en el mismo lugar, en el mismo momento y con el mismo equipo. Estos diálogos surgen de este empeño en fotografiar lo visible y lo posible, de confrontar dos formas de percibir y fotografiar una misma realidad. Son “conversaciones” que reflejan una idea: que solo podemos traspasar las barreras de las apariencias cuando somos capaces de trascender lo existente, imaginar lo posible y, en cierto modo, perseguir lo imposible.